Temen enfermarse aunque las ovejas mueran sin asistencia espiritual. Dios les pedirá cuenta de ello. Para un verdadero pastor está primero la salud espiritual y la salvación de las ovejas que su propia salud. El buen pastor da, si es necesario, su vida por las ovejas.
Dijo Jesús: «Yo soy el buen pastor. El buen pastor sacrifica su vida por sus ovejas. Pero el mercenario, el que no es propio pastor, como no son suyas las ovejas, viendo venir al lobo, desampara las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y dispersa el rebaño; el mercenario huye, porque es asalariado y no tiene interés en las ovejas. Yo soy el buen pastor, y conozco mis ovejas, y las ovejas me conocen a Mí. Así como el Padre me conoce a Mí, así conozco Yo al Padre, y doy mi vida por mis ovejas.» (San Juan 10, 11-15).