"¡Qué motivo de alegría será pues, el nuestro, ya que tenemos ante el sumo Rey de Reyes a María! Y como lo puede todo ante Dios, nos profesa a todos un amor no diré singular, como quien es de nuestra naturaleza y sangre, sino un amor maternal, íntimo, sincero, cordial, cual es el de los padres hacia los hijos más queridos. Ella, en su amor maternal, no deja de desearnos todo bien y trata de asegurárnoslo".
(San Lorenzo de Brindis, Sermón III).