«¡Cuánta será nuestra confusión cuando comparezcamos delante de Dios y veamos las razones por las que nos envió estas cruces de las que ahora nos quejamos! Hemos llorado la muerte de aquel hijo en la flor de la edad, pero no sabemos que, si hubiera vivido algunos años más, habría muerto en pecado mortal. Hemos llorado la ruptura de aquel noviazgo, pero ignoramos qué consecuencias habría tenido su continuación. Nos quejamos de aquella dolencia física que lleva treinta o cuarenta años molestándonos, pero ignoramos que a esa penitencia debemos nuestra salvación.»
- San Claudio de la Colombière