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LA CRISIS DE LAS MALAS AMISTADES

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Vivimos en una era donde los fundamentos morales que sostuvieron a las generaciones pasadas se han visto erosionados, dejando a nuestra sociedad vulnerable a influencias que distorsionan las relaciones más esenciales. En este contexto, la amistad, que debería ser un refugio de virtud y apoyo mutuo, se ha transformado, en muchos casos, en un canal de corrupción moral. Las influencias negativas, que antes podían ser limitadas a un círculo pequeño, ahora se expanden rápidamente, afectando a individuos y grupos enteros con una facilidad alarmante.

En este escenario, la responsabilidad de quienes están llamados a formar almas, como padres, maestros y líderes espirituales, se vuelve aún más crucial. Una sola mala amistad tiene el poder de desviar por completo el rumbo de una vida, apartando al joven de sus deberes y de su camino hacia Dios. Este peligro inminente exige una vigilancia constante y un discernimiento riguroso, con el objetivo de guiar y proteger a aquellos bajo nuestra tutela, para que no caigan en las trampas de un mundo que se aleja de la verdad.

SANTO TOMÁS DE AQUINO: LA VIRTUD DE LA AMISTAD Y EL RIESGO DE LA CORRUPCIÓN

Santo Tomás de Aquino define la verdadera amistad como una virtud basada en la caridad, es decir, en el amor a Dios sobre todas las cosas. Para Santo Tomás, la amistad auténtica es desinteresada y busca el bien del otro en Dios. En sus propias palabras: “La amistad consiste en querer el bien para otro, y la caridad, que es la forma más perfecta de amistad, se basa en el amor de Dios sobre todas las cosas” (Suma Teológica, II-II, q.23, a.1).

Sin embargo, Santo Tomás advierte sobre el peligro de las amistades que no están fundamentadas en este amor a Dios. Estas relaciones, basadas en el placer o la utilidad, pueden ser peligrosas si nos desvían del fin último, que es la unión con Dios. “La amistad que se funda en el placer o la utilidad, si bien puede tener algo de bueno, es peligrosa si nos desvía del fin último, que es Dios” (Suma Teológica, II-II, q.25, a.4). Según Santo Tomás, tales amistades pueden corromper nuestras virtudes, desviando nuestro juicio moral y arrastrándonos hacia el pecado.

SAN AGUSTÍN DE HIPONA: LECCIONES PROFUNDAS SOBRE LAS MALAS COMPAÑÍAS

San Agustín de Hipona es uno de los ejemplos más poderosos y conmovedores de cómo las malas amistades pueden influir profundamente en la vida de una persona. En sus Confesiones, San Agustín narra con gran detalle cómo las malas compañías lo alejaron de la virtud durante su juventud.

San Agustín describe cómo, en su búsqueda de aceptación y placer, se rodeó de amigos que no compartían su deseo de vivir una vida recta. En lugar de guiarse por los principios que su madre, Santa Mónica, le había inculcado, se dejó llevar por las influencias corruptoras de aquellos que lo rodeaban. “Yo amaba las amistades donde no había amor, sino un placer malsano que me conducía al pecado” (Confesiones, Libro 2, Capítulo 3). Estas amistades lo llevaron a cometer actos de los que luego se arrepentiría profundamente, alejándolo cada vez más de Dios.

Un ejemplo particularmente revelador es el relato del robo de las peras, un acto aparentemente trivial, pero que San Agustín considera simbólico de su caída moral. “Un solo amigo me arrastró al robo de peras, no por necesidad, sino por el simple placer de hacer lo que era prohibido. Esa amistad perversa me hizo despreciar lo justo y lo bueno” (Confesiones, Libro 2, Capítulo 9). Este evento, que podría parecer insignificante, es para San Agustín un reflejo de cómo una mala amistad puede corromper incluso los actos más pequeños, sembrando semillas de pecado que crecen y se multiplican con el tiempo.

La conversión de San Agustín, sin embargo, nos ofrece una lección igualmente poderosa sobre el poder redentor de las buenas amistades. Fue la influencia de personas virtuosas, como su madre y San Ambrosio, lo que lo llevó a abandonar su vida de pecado y a buscar la verdad en Cristo. “Oh Dios, tú me has hecho, y mi corazón está inquieto hasta que descanse en ti” (Confesiones, Libro 1, Capítulo 1). Este testimonio subraya la importancia de rodearse de personas que no solo compartan nuestros valores, sino que también nos alienten a ser mejores, a buscar el bien y la verdad en todas nuestras acciones.

SAN FRANCISCO DE SALES: EL DISCERNIMIENTO EN LAS AMISTADES

San Francisco de Sales, en su Introducción a la Vida Devota, ofrece una guía clara y práctica sobre cómo discernir entre una buena y una mala amistad. Para San Francisco de Sales, una amistad verdadera siempre nos orienta hacia Dios y nos ayuda a crecer en virtud. “Si ves que una amistad te aparta de Dios, debes romperla sin dudarlo, pues ninguna amistad terrenal vale más que la salvación de tu alma” (Introducción a la Vida Devota, Parte III, Capítulo 19).

El consejo de San Francisco de Sales es particularmente relevante para padres y educadores, quienes deben ser especialmente vigilantes en la formación de los jóvenes. “Los padres y maestros deben ser especialmente vigilantes, pues las amistades peligrosas no solo corrompen a los jóvenes, sino que siembran la semilla de la perdición” (Introducción a la Vida Devota, Parte III, Capítulo 20). Este discernimiento no es simplemente un acto de prudencia, sino una obligación moral de guiar a los jóvenes hacia relaciones que edifiquen y fortalezcan su fe.

SANTA TERESA DE ÁVILA: LA AMISTAD Y LA VIDA ESPIRITUAL

Santa Teresa de Ávila, en El Libro de la Vida, advierte con claridad sobre las amistades que distraen de la vida espiritual y la vocación. “Si alguna amistad no te ayuda a acercarte más a Dios, es mejor cortarla, pues puede ser una trampa del demonio para apartarte de tu vocación” (El Libro de la Vida, Capítulo 7). Para Santa Teresa, las amistades son un medio para avanzar en el camino hacia Dios, y cualquier relación que no cumpla este propósito debe ser evitada.

Esta advertencia es especialmente crucial para los padres y educadores, quienes tienen la responsabilidad de enseñar a los jóvenes a discernir sus amistades. “Padres y maestros deben enseñar a los jóvenes a discernir sus amistades, porque una sola amistad que no está enraizada en Dios puede desviar incluso la vocación más firme” (El Libro de la Vida, Capítulo 10). La vida espiritual es frágil, y una amistad mal elegida puede ser suficiente para poner en peligro una vocación o un camino de santidad.

SAN JUAN DE LA CRUZ: LA NECESIDAD DE PUREZA EN LAS RELACIONES

San Juan de la Cruz, en Subida del Monte Carmelo, subraya la importancia del desapego de las amistades mundanas para alcanzar la pureza espiritual. “El alma que desea la unión con Dios debe alejarse de todas aquellas relaciones que la atan al mundo y la apartan de su fin último” (Subida del Monte Carmelo, Libro 1, Capítulo 4). Para San Juan de la Cruz, la búsqueda de la perfección espiritual requiere una purificación de todas las relaciones que no estén orientadas hacia Dios.

Este principio debe ser inculcado en los jóvenes desde una edad temprana, y es responsabilidad de los padres y maestros guiarlos en este sentido. “Los padres y maestros deben guiar a los jóvenes a una vida de pureza espiritual, evitando las amistades que puedan corromper el alma” (Subida del Monte Carmelo, Libro 2, Capítulo 6). La pureza del corazón es esencial para la vida cristiana, y cualquier relación que la ponga en peligro debe ser cortada de raíz.

SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA: LA RESPONSABILIDAD DEL BUEN AMIGO

Santo Tomás de Villanueva, en sus Sermones, destaca el poder transformador de la buena amistad y la responsabilidad que conlleva. “La buena amistad puede ser la causa de la conversión de un alma, mientras que una mala amistad puede ser la causa de su perdición” (Sermón sobre la Caridad, 1544). Para Santo Tomás de Villanueva, la verdadera amistad es un medio para llevar a otros a Dios, y los amigos tienen la responsabilidad de guiarse mutuamente hacia la salvación.

Es deber de los padres y educadores enseñar a los jóvenes a elegir bien sus amistades, pues de ello puede depender su salvación. “Es deber de los padres y maestros enseñar a los jóvenes a elegir bien sus amistades, porque de ello puede depender su salvación” (Sermón sobre la Juventud, 1547). La amistad no es una relación trivial, sino una vía que puede llevar a la santidad o a la perdición, y por ello debe ser tratada con la seriedad que merece.

SAN PEDRO DAMIÁN: LA CORRUPCIÓN A TRAVÉS DE LA COMPLICIDAD

En su obra Liber Gomorrhianus, San PedroDamian aborda la corrupción moral que puede surgir de la complicidad con el pecado dentro de las amistades. En su análisis, San Pedro Damián advierte que tolerar el mal en las amistades equivale a participar en él: “Cuando uno tolera el pecado en sus amistades, se convierte en cómplice de ese pecado. La verdadera amistad debe corregir, no consentir” (Liber Gomorrhianus, Capítulo 4). Esta declaración subraya la responsabilidad moral que todos tenemos de corregir a nuestros amigos cuando se desvían del camino correcto, en lugar de permitir que continúen en el pecado.

Para San Pedro Damián, los padres y educadores tienen una grave responsabilidad al respecto. “Padres y educadores que no corrigen las malas amistades de sus hijos y alumnos son responsables de la corrupción que estas amistades pueden causar” (Liber Gomorrhianus, Capítulo 6). Este mensaje es una advertencia directa: no intervenir ante una mala amistad no solo permite la corrupción de un alma, sino que también convierte a los responsables en cómplices de esa corrupción.

SAN JUAN BOSCO: LA INFLUENCIA PELIGROSA DE LAS MALAS AMISTADES EN LA JUVENTUD

San Juan Bosco, conocido por su trabajo con la juventud, advierte en sus Obras Educativas que las malas amistades son una de las principales causas de la corrupción moral en los jóvenes. “Las malas amistades son la causa principal de la corrupción en la juventud. Los padres y maestros deben hacer todo lo posible por proteger a los jóvenes de estas influencias perniciosas” (Memorias Biográficas, Volumen 6, Capítulo 2). San Juan Bosco insiste en la necesidad de crear ambientes seguros y saludables donde los jóvenes puedan crecer en virtud, rodeados de buenas influencias.

Para San Juan Bosco, la responsabilidad de los padres y maestros es crucial. “Si un joven cae en el pecado por una mala amistad, sus padres y maestros deben preguntarse si han hecho lo suficiente para protegerlo” (Memorias Biográficas, Volumen 6, Capítulo 3). Este enfoque no solo pone en relieve la importancia de la vigilancia, sino también la necesidad de una intervención temprana y efectiva cuando se detectan malas influencias.

LAS AMISTADES ELECTRÓNICAS: UN DESAFÍO MODERNO

En el contexto moderno, las “amistades electrónicas,” aquellas que se forman y se mantienen a través de medios digitales como redes sociales, mensajería instantánea y plataformas de videojuegos, presentan un nuevo desafío para la formación moral y espiritual de los jóvenes. Estas relaciones, aunque virtuales, pueden tener un impacto real y profundo en la vida de las personas, tanto para bien como para mal.

La naturaleza de estas amistades, que a menudo carecen de la profundidad y autenticidad de las relaciones cara a cara, puede facilitar la proliferación de influencias negativas. El anonimato y la distancia emocional que ofrecen las plataformas digitales pueden llevar a los jóvenes a involucrarse en relaciones que nunca tendrían en la vida real, exponiéndolos a ideas y comportamientos que corrompen su moralidad y su fe.

Los padres, maestros y líderes espirituales deben ser conscientes de este peligro y asumir su responsabilidad en la vigilancia y orientación de estas relaciones. La enseñanza de los grandes pensadores católicos preconciliares sigue siendo relevante: la necesidad de discernimiento y corrección en las amistades se aplica también a las amistades electrónicas. “Los padres y maestros deben ser especialmente vigilantes en las relaciones que los jóvenes mantienen en el ámbito digital, pues estas pueden ser tan peligrosas, si no más, que las amistades físicas” (Adaptación de los principios de San Francisco de Sales y San Juan Bosco).

La vigilancia en este ámbito implica conocer las plataformas que los jóvenes utilizan, comprender la naturaleza de sus interacciones en línea, y, cuando sea necesario, intervenir para protegerlos de influencias perniciosas. “Es deber de los padres y maestros guiar a los jóvenes en la elección de sus amistades, tanto en el mundo físico como en el digital, para que estas relaciones los conduzcan a Dios y no los desvíen del camino de la virtud” (Adaptación de las enseñanzas de Santo Tomás de Villanueva).

EPÍLOGO: EXHORTACIÓN A LA RESPONSABILIDAD

Padres, maestros y líderes espirituales, estáis llamados a una misión de extrema importancia: la salvación de las almas que se os han confiado. No podéis permitir que una sola mala amistad corrompa el corazón de vuestros hijos o educandos. En una sociedad que se desvía cada vez más de los caminos de Dios, vuestra vigilancia debe ser constante y vuestra acción decidida. No basta con advertir de los peligros; debéis ser guardianes activos, protegiendo con celo y amor las almas que se os han encomendado.

San Francisco de Sales nos recuerda que “la amistad que no te lleva más cerca de Dios es una amistad que te aleja de Él”. Esto significa que cada relación en la vida de un joven debe ser cuidadosamente discernida, evaluada no solo por su apariencia, sino por su fruto espiritual. Padres, preguntad cada día: ¿las amistades de mis hijos los están guiando hacia la virtud o hacia la perdición? Recordad que, como decía San Juan Bosco, “el alma que no combate, es un alma condenada”. Si encontráis que una amistad los desvía, no temáis intervenir con la firmeza que requiere el amor verdadero.

Maestros, sois modelos de virtud para vuestros alumnos. Vuestras palabras y acciones deben enseñarles a discernir entre lo bueno y lo malo en sus amistades. La disciplina y la guía que ofrecéis son esenciales para que los jóvenes aprendan a elegir bien a sus amigos. San Francisco de Sales también nos advierte: “La disciplina del corazón es el camino de la virtud”. Enseñadles que una amistad que no busca el bien mayor en Dios no es verdadera amistad, sino una trampa que puede llevarlos al abismo.

Líderes espirituales, no os dejéis paralizar por el temor a ofender. El amor a las almas exige a veces una corrección firme. “El silencio de los pastores puede significar la ruina de las almas”, nos advierte San Pedro Damián. No permitáis que la comodidad o el temor os impidan hablar la verdad. Proclamadla con amor, pero con la firmeza que el destino eterno de las almas requiere.

No olvidemos la sabiduría de San Agustín: “Los malos amigos nos arrastran al abismo, pero los verdaderos amigos nos llevan a la luz de la verdad”. Así, vuestra misión no solo es prevenir el mal, sino también promover el bien, guiando a los jóvenes hacia amistades que los edifiquen, que los acerquen a Dios, que sean faros de luz en un mundo que a menudo parece envuelto en tinieblas.

Recordad siempre las palabras de Santa Teresa de Ávila: “Es mejor estar solo que en mala compañía; la soledad con Dios es la mejor compañía”. No temáis enseñar a los jóvenes que la verdadera amistad es rara, pero cuando se encuentra, es un tesoro invaluable que debe ser protegido y cultivado con esmero.

Padres, maestros, líderes espirituales, vuestra misión es una batalla por las almas. Que vuestra guía sea firme, vuestra vigilancia constante, y vuestro amor, reflejo del amor de Cristo, conduzca a las almas jóvenes a la salvación y a la gloria eterna.

OMO

BIBLIOGRAFÍA

 • Santo Tomás de Aquino: Suma Teológica, II-II, cuestiones 23-25.

 • San Agustín de Hipona: Confesiones, Libros 1, 2 y 3.

 • San Francisco de Sales: Introducción a la Vida Devota, Parte III, Capítulos 19-20.

 • Santa Teresa de Ávila: El Libro de la Vida, Capítulos 7 y 10.

 • San Juan de la Cruz: Subida del Monte Carmelo, Libros 1 y 2.

 • Santo Tomás de Villanueva: Sermones sobre la Caridad y la Juventud (1544-1547).

 • San Pedro Damián: Liber Gomorrhianus, Capítulos 4 y 6.

 • San Juan Bosco: Memorias Biográficas, Volumen 6, Capítulos 2-3.


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