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RECUERDA QUE ESTE SÁBADO ES PRIMER SÁBADO DE MES

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No olvides que nos hemos comprometido, en este año, a lo siguiente:

-El rezo diario del Santo Rosario. Haz clic AQUÍ.
-Cumplir la petición de la dulcísima Virgen en Fátima: realizar la comunión reparadora de los cinco primeros sábados de mes. Haz clic AQUÍ.
-Renovar nuestra Consagración al Inmaculado Corazón de María. Haz clic AQUÍ.
-Rezar diariamente la oración por los pecadores enseñada por la Virgen en Fátima, pidiendo -además- con nuestras propias palabras que el Papa consagre, junto con todos los obispos del mundo, Rusia al Inmaculado Corazón de María. Esta es la oración: "Oh Jesús mío, perdónanos y líbranos del fuego de infierno, lleva al Cielo a todas las almas, socorre especialmente a las más necesitadas de tu misericordia".


ACÉRCATE A JESÚS CON LA CONFIANZA DE UN NIÑO

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"Le presentaban unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían. Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios" (Mc. 10, 13-16).

Cuantas cosas podemos aprender de los niños: su sencillez, su alegría, su entusiasmo, su inocencia, su pureza, pero en especial podemos aprender su confianza serena. Un niño sabe muy bien que sus padres lo aman y por eso confía ciegamente en ellos. No se cuestiona las cosas, simplemente se abandona a la voluntad de sus padres. Es precisamente esa confianza lo que más le agrada a Cristo y nos invita por ello a imitarla en nuestra relación con el Padre Celestial.

Dios es un Padre infinitamente bueno y siempre busca demostrarnos su amor, pero pide de nosotros que seamos como niños, que sepamos con sencillez aceptar sus designios y nos abandonemos en sus brazos, con la confianza plena de que su amor por nosotros es más grande y más poderoso que cualquier contrariedad.

La alegría es el reflejo de un alma que confía en Dios y es el distintivo más claro y elocuente de la fe cristiana, por eso en este día esforcémonos por contagiarla a todos los que se nos acerquen, sabiendo que nuestra alegría es palabra silenciosa pero elocuente que habla del amor de Dios y de la confianza en Él.

Julián Higuera

"NO EXISTE EL GEN GAY"

ORACIÓN DE MAYO PARA LA SANTÍSIMA VIRGEN recitada por la Sra. Micaela del Santísimo Sacramento a sus noventa años.

COMULGA EN GRACIA, DE RODILLAS Y EN LA BOCA

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Los modernistas increparon al Papa Pío X, para que les permitiera comulgar de pie, aduciendo que los israelitas habían comido de pie el cordero pascual, símbolo y promesa de la eucaristía.

La respuesta del Papa fue:
“Los símbolos y promesas se reciben de pie, más la realidad se recibe de rodillas y con amor.”

S.S Papa San Pío X

MIÉRCOLES DE CENIZA: OBLIGAN EL AYUNO Y LA ABSTINENCIA

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Inicia la Cuaresma el Miércoles de Ceniza: “Memento homo, quia pulvis es, et in pulverem revertis” (Recuerda, hombre, que polvo eres y en polvo te convertirás).


Hoy es día de ayuno y abstinencia:

El ayuno obliga desde los dieciocho años hasta los cincuenta y nueve.
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La abstinencia obliga a partir de los catorce años cumplidos (aunque es aconsejable iniciarla desde los 7 años, como antes se acostumbraba).

El ayuno es realizar sólo una comida fuerte (completa) al día. Se permite, además, la parvedad en la mañana y la colación en la noche que consiste en un muy ligero alimento (bastante menor al acostumbrado). No debe comerse ningún otro alimento entre comidas. Los líquidos simples o para calmar la sed pueden beberse a cualquier hora (por ejemplo: agua, cerveza, vino, café con poca azúcar, etc.). No deben beberse, entre comidas, caldos, leche y otros que fungen como alimento.

La abstinencia prohibe comer EN NINGÚN MOMENTO DEL DÍA, carne y caldo de carne de animales terrestres o que vuelan (res, carnero, cerdo, pollo, codorniz, pájaros, etc.). Se permite la carne de pescados o mariscos. En algunas regiones existe el error generalizado de que se permite el pollo o el caldo de pollo, pero esto no es así.
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MIERCOLES DE CENIZA: EL INICIO DE LA CUARESMA
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Autores: Tere Fernández y Luis Gutiérrez
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.La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo.

La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón.

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Origen de la costumbre
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.Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios.

En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse.

En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión.

Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos de año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.

También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno.

La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo. Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.

Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los niños y a los adultos.

7 de Marzo - SANTO TOMÁS DE AQUINO, Confesor y Doctor de la Iglesia

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Santo Tomás de Aquino es para la Iglesia, lo que el sol para el mundo. La ilustró con su ciencia y con su santidad. Desde los 5 años de edad rezaba dos horas diarias. Entró en la Orden de Santo Domingo, y en ella perseveró después de resistir con entereza las amenazas de sus parientes, que se esforzaron por hacerlo renunciar a su vocación. Todos los días celebraba una Misa y oía otra. A los pies del crucifijo era donde buscaba la solución de las dificultades que encontraba en el estudio de la teología.

Sus enseñanzas son un eco tan fiel de la santa doctrina de Cristo, que el Concilio de Trento coloco la Suma Teológica junto a la Biblia en la sala de sesiones. Santo Tomás, llamado “el Doctor Angélico" murió en el monasterio cisterciense de Fossa Nuova el 7 de marzo de 1274.

León XIII lo declaró "Patrono de las Escuelas Católicas".

Fuente: Catequesis Católica

CONCILIO VATICANO I

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"La doctrina de la fe que Dios ha revelado, no ha sido propuesta como un hallazgofilosófico  que deba ser perfeccionado por los ingenios humanos, sino entregada a la Esposa de Cristo como un depósito divino, para ser fielmente guardada e infaliblemente declarada. De ahí también que hay que mantener perpetuamente aquél sentido de los sagrados dogmas que una vez declaró la santa madre Iglesia y jamás hay que apartarse de este sentido so pretexto y nombre de una más alta inteligencia." (D, 1800).
(CONCILIO VATICANO I).

ABORTISTAS ATACAN TEMPLOS CATÓLICOS EN LA CIUDAD DE MÉXICO

ROMA LOCUTA

INVÓCALO

RECORDATORIO DE ORACIÓN DE LOS DÍAS TRECE DE CADA MES

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Cada día trece de mes, fecha de las apariciones de la Virgen en Fátima, los lectores y editores de este sitio rezaremos cinco minutos y pediremos por estas intenciones:

1) Por las peticiones particulares así como por las necesidades espirituales y materiales de todos y cada uno de los lectores de CATOLICIDAD.

2) Por el fin del proceso de "autodemolición" en la Iglesia Católica.

3) Por la intención de que, tal como lo pidió la Virgen en Fátima, el Papa finalmente consagre Rusia al Inmaculado Corazón de María y pida la conversión de ese país al catolicismo, nombrando -para ello- a esta nación de manera explícita, en unión con todo el episcopado mundial.

4) Por la reparación a Dios de nuestros pecados y por la de todas las ofensas que recibe, particularmente por las blasfemias que se profieren o los sacrilegios que se realizan.

5) Por la conversión de los pecadores, especialmente los más necesitados de la misericordia divina.

6) Por que se multipliquen las vocaciones sacerdotales y los sacerdotes vivan una vida de santidad conforme al Corazón de Cristo.

7) Por el triunfo del Inmaculado Corazón de María y la implantación del Reinado Social de Cristo en nuestras naciones.

8) Por la paz mundial, no como la da el mundo sino como la da N.S. Jesucristo y por el triunfo de la vida en las legislaciones.

9) Por la salvación propia y la de nuestros familiares, amigos y conocidos.

10) Por todas las necesidades de la Iglesia.

Bastará rezar:

-Un Señor mío Jesucristo: 
  • "Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, me pesa de todo corazón haber pecado, porque he merecido el infierno y perdido el cielo, y sobre todo, porque te ofendí a ti, que eres bondad infinita, a quien amo sobre todas las cosas. Propongo firmemente, con tu gracia, enmendarme y alejarme de las ocasiones de pecar, confesarme y cumplir la penitencia. Confío me perdonarás por tu infinita misericordia. Amén."
-Un Padre Nuestro
-Tres Aves Marías pidiendo que la Virgen nos preserve del pecado mortal durante las tentaciones (ver AQUÍ).
 -Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio ahora y siempre por los siglos de los siglos.
(Nota:  Todo católico debe saber de memoria las oraciones anteriores, al igual que el Credo. Si alguien no las sabe, puede aprenderlas haciendo click AQUÍ)
-La oración de la Virgen de Fátima: 
  •  "Oh Jesús mío, perdónanos y líbranos del fuego de infierno, lleva al Cielo a todas las almas, socorre especialmente a las más necesitadas de tu misericordia".
-Finalizando así: 
  • "Señor: te pedimos por todas las necesidades de la Iglesia, por la Consagración de Rusia tal como se pidió en Fátima, por el triunfo del Inmaculado Corazón de tu dulcísima Madre, por la implantación de tu Reinado Social y de tu Paz en nuestras naciones, por la santidad de los sacerdotes y por el aumento de las vocaciones sacerdotales, así como por el triunfo de la vida y la familia en nuestras legislaciones. Te ofrecemos nuestra vida entera en reparación de los pecados propios y de las ofensas que se hacen a tu sacratísimo nombre, así como por los graves sacrilegios que se realizan en todo el mundo. Finalmente ponemos en tus manos, por intercesión de la Santísima Virgen María, todas las necesidades espirituales y materiales, tanto propias como las de nuestros familiares, amigos y conocidos, y las de nuestros hermanos lectores y editores del blog CATOLICIDAD.
  • -Santísima Virgen María, encomiendo a tu Inmaculado Corazón a toda la familia mía.
  • -Inmaculado Corazón de María, sed la salvación del alma mía.
  • -Santísima Virgen de Guadalupe, salva nuestra Patria, conserva nuestra fe y defiéndenos de los falsos pastores.
  • -San Miguel Arcángel, ampáranos de las asechanzas del demonio.
  • -San Pío V, ruega por nosotros. Amén".

EL GRAVE PECADO DE LA INCONGRUENCIA

MORTIFICACIÓN DE LA SENSUALIDAD

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« Vete, no peques más en adelante » Jn 8, 11.


Recordemos las palabras de Nuestro Señor: “Si tu ojo derecho es para ti ocasión de pecar, sácale y arrójale fuera de ti; la mano... córtala; pues mejor te está el perder uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno”. Lo que la moral cristiana dice a propósito del sexto mandamiento: fuera del matrimonio, la delectación carnal directamente consentida con plena deliberación es un pecado mortal. Y no hay aquí parvedad de materia. ¿Por qué? Porque tal consentimiento directo nos expone próximamente a otro más grave; es como poner el dedo en un engranaje que nos destrozaría el brazo entero.

Se trata ahí de evitar un pecado capital que conduce a la inconsideración, a la inconstancia, a la ceguera del espíritu y al amor de sí hasta el odio de Dios y la desesperación.

También San Pablo nos recuerda enérgicamente la necesidad de esta mortificación, de la cual nos da ejemplo, cuando dice: “Castigo mi cuerpo y lo esclavizo; no sea que habiendo predicado a los otros, venga yo a ser reprobado”. Trátase aquí de la mortificación de los sentidos y del cuerpo en general para asegurar la libertad del espíritu, de modo que el cuerpo no abrume al alma y la deje vivir su vida superior.

Enseña Santo Tomás que la lujuria se evita más bien huyendo las ocasiones que por la resistencia directa, que hace pensar demasiado en lo que se ha de combatir. En cambio, la acidia o pereza espiritual se la vence mejor con la resistencia, porque, para hacerle frente, ponemos la atención en los bienes espirituales que nos atraen más cuanto más pensemos en ellos.

Hemos de poner también gran atención en evitar lo mejor que nos sea posible los movimientos de sensualidad aun indirectamente voluntarios, sobre todo cuando existe próximo peligro de consentimiento. También es muy conveniente para algunos evitar ciertas lecturas (de medicina, por ejemplo) que para los tales podrían ser peligrosas en razón de su fragilidad, máxime si hacen esas lecturas por mera curiosidad y no por deber de estado.

En este terreno, preciso es igualmente vigilar sobre ciertos afectos que podrían llegar a ser demasiado sensibles y aun sensuales. El autor de la Imitación (1. I, c. VI y VIII) nos dice que hay que evitar la demasiada familiaridad con las criaturas para gozar de la de Nuestro Señor, y que ciertas afecciones demasiado vivas y sensibles hacen perder la paz del corazón. Santa Teresa dice también en el Camino de Perfección (c. IV) que ciertas amistades particulares son verdaderas pestes que, poco a poco, hacen perder el fervor y después la regularidad, y que a veces causan las más profundas divisiones en las comunidades y hasta ponen en peligro su salvación.

La mortificación del corazón no es aquí menos necesaria que la del cuerpo y la de los sentidos.

En fin, hay que tener mucha cuenta en no buscar en la oración los consuelos sensibles por ellos mismos, es decir por una especie de gula espiritual. El que ama a Dios no por Él sino por el consuelo sensible que recibe o espera recibir, anda fuera de orden. Porque primero se ama a sí y después a Dios, como a cosa inferior a sí. Orden trastornado es ése y perversión más o menos conocida. Abuso grande es, de lo más santo, y por ahí queda la puerta abierta a todas las tentaciones.

Los deleites espirituales, buscados en sí mismos, despiertan las pasiones dormidas en nuestro corazón de carne, y, en lugar de seguir la ruta que los santos han seguido, insensiblemente se va cayendo por la pendiente por la que se han dejado arrastrar los falsos místicos, los quietistas particularmente. “Corruptio optimi pessima” (la corrupción de lo mejor es lo peor), la peor corrupción es aquella que destruye en nosotros lo mejor que poseemos, el amor de Dios, desfigurándolo y falseándolo totalmente. Nada hay más alto en la tierra que la verdadera mística, que no es otra cosa que el ejercicio eminente de la más depurada virtud, la Caridad, y de los dones del Espíritu Santo que la acompañan. Como tampoco hay cosa peor que la mística bastarda y falsa, que el falso amor de Dios y del prójimo, que no tiene de verdadero sino el nombre y se le parece, como el falso diamante imita al verdadero. San Juan nos amonesta (I Jn 4, 1): “Queridos míos, no queráis creer a todo espíritu, sino examinad los espíritus si son de Dios. Para no enredarse en ilusiones, es necesaria la humildad y la pureza de corazón. Se puede decir que toda la doctrina de Nuestro Señor sobre la mortificación de la sensualidad, se resume en estas palabras: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”.

Pero hay otra mortificación sobre la cual insiste mucho el Evangelio, y es la de la irascibilidad, que es otra forma de desorden de la sensibilidad que, como hemos visto, se divide en concupiscible e irascible.

(*) Extracto del libro “Las tres edades de la Vida Interior” del Padre Garrigou-Lagrange O.P. 

LA HISTORIA DE UNA PECADORA SALVADA POR LA VIRGEN MARÍA

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"Se cuenta en la vida de Sor Catalina de San Agustín que en el pueblo donde moraba había también una mujer llamada María, que habiendo sido escandalosa en la juventud, no era mejor siendo ya vieja, por lo cual la echaron del pueblo, y se refugió a una cueva, donde al cabo murió medio podrida, sin sacramentos y abandonada de todo el mundo, y así, la enterraron en el campo como a una bestia.

Sor Catalina, aunque acostumbraba encomendar a Dios muy de veras las almas de todas las personas que allí morían, habiendo sabido la desgraciada muerte de la vieja, no pensó en pedir por ella, teniéndola, como ya todos la tenían por condenada.

Al cabo de cuatro años se le aparece de pronto un alma en pena, que le dice

-Catalina, ¿he de tener yo tan mala suerte? Tú encomiendas a Dios a todos los que mueren aquí, y sólo de mi alma no tienes compasión.- ¿Quién eres? -le preguntó la sierva de Dios.- Soy María, la que murió en la cueva.- ¿Cómo?, ¿tú en carrera de salvación?- Sí - Volvió a decir el alma-, lo estoy gracias a la misericordia de la Reina del cielo. Oye como fue:

Cuando ya vi cerca la muerte, mirándome tan abandonada y llena de pecados, volví los ojos a la Madre de Dios, diciendo: Señora, no hay quien me valga en este último trance; pero Vos acogéis a todos los desamparados. Vos sois mi única esperanza, Vos sola me podéis ayudar; tened compasión de mí. No se hizo sorda la Virgen Sacratísima; me alcanzó de Dios la gracia de hacer un acto de verdadera contrición, morí entonces, y así me salvé.

Ahora en el purgatorio me ha obtenido también el favor de que se me abrevie la pena, haciendo que sufra con más intensidad lo que hubiera tenido que padecer por muchos años, y sólo me falta que se celebren algunas misas por mi alma, las cuales te pido que me mandes decir, y yo te prometo rogar siempre en el cielo por ti a Dios y a su Santísima Madre.-

Cuidó Sor Catalina que al instante se aplicasen las misas, y a los pocos días se le volvió a aparecer el alma más resplandeciente que el sol, dándole gracias por el beneficio, y diciendo que iba a la gloria a cantar para siempre las misericordias del Señor y a rogar por ella."

San Alfonso María de Ligorio, libro: 'Las Glorias de María', parte primera, capítulo 1º, página 10.



LAS CAMPANAS: EJÉRCITOS ANGÉLICOS

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Hubo un tiempo en que los hombres solían y sabían escuchar los sonidos que desde el campanario les llegaban.

Era natural para ellos, descifrar un tañido, acatar un repique o interpretar un martilleo.

Aquella música de metales, lanzada hacia el horizonte del viento, les advertía a los hijos de una comarca si la tormenta montañosa estaba cerca, si el enemigo secular acechaba, si era la hora irrenunciable del “Angelus”, si el júbilo daba motivos para enarbolarlo por las calles, o si la muerte se había aposentado en el terruño.

A cada son un significado y una conducta acorde.

La Cristiandad jerarquizó a la campana y la hizo signo cultual, para que al canto de sus redobles, los pueblos estuvieran prontos, dispuestos y atentos a vivir en conformidad con la Trinidad Santísima.

San Paulino, San Benito o San Beda dan testimonio del valor de las campanas en los ritmos litúrgicos de la Iglesia, así como de la liturgia en los ritmos del humano acontecer.

La campana bendecida era ya un objeto sagrado; como el anillo en una boda... Por eso en solemne rito, podía un Obispo bautizar y consagrar campanas, como podían los fieles guardarla muda, hasta que no recibiese la bendición condigna.

Profana, era su destino de silencio y de llano. Bendita, era izada en el torreón más alto y comenzaba a hablar.

Una vez erguida en su trono de piedra y de madera, se convertía en la compañía del cristiano en su decurso temporal, en su itinerario por los cuatro rumbos posibles del espacio, y en el tránsito hacia la vida eterna.

La oía durante su primera comunión, durante la jornada de sus nupcias, cuando la proclamación de la Pascua o en la vigilia de la Nochebuena. La oía si regresaba o se alejaba de su casa, y hasta por el altísono de su melodía se daba cuenta el peregrino si llevaba buen rumbo.

Ha dicho bien quien dijo que la campana es un apóstol infatigable. Predica, exhorta, anima, reprende; y no cesa su vibrante llamado porque la lluvia arrecie o porque el sol parta los muros desde lo alto.

Como apóstol celoso de su mandato, alegra a los que creen y muerde el corazón encallecido de incrédulos y odiadores de la Fe.

“La herejía no quiere las campanas”, escribía el Cardenal Pie. “Preguntad a Lutero y a Calvino. No las quiere porque la campana sigue siendo ortodoxa, porque su voz no cambia para prestarse a la disonancia de la doctrina o a las alteraciones del dogma. La campana no es apóstata”.

Sin espacios de sombra sónica; sin memoria atonal, sin tabalear banalidades tras las ojivas y los cimborrios; sin estruendos y evidencias, antes bien, suscitadores ecos; “mirad cómo escucháis, predica el Señor en el Evangelio.

Así escuchaban en Occidente, cuando Occidente cabalgaba entre pendones.

De esto se trata, por si nos vamos entendiendo. De propagar el mensaje del santuario, desde la altura y el interior de las bóvedas y arcos, hasta la anchura y el largor de la planicie toda. De levantar los largos y culposos olvidos del valle, con el concierto impar de las campanas sagradas.

“Las campanas son ejércitos angélicos” –enseñaba Juan Carlos Goyeneche- “que hablan al espíritu con un idioma que los hombres de hoy no quieren entender”.



Tomado de “Carillón de cielo y tierra” de Antonio Caponnetto

Tema relacionado (haz clic): LA CAMPANA SILENCIOSA Y EL DESTINO ...

19 DE MARZO, FIESTA DE SAN JOSÉ

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San José es quien tuvo el privilegio de ser esposo de María, de criar al Hijo de Dios y de ser la cabeza de la Sagrada Familia. Es patrón de la Iglesia Universal, de una infinidad de comunidades religiosas y de la buena muerte.

"José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, pues lo que en ella ha sido concebido es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt. 1, 20-21), le dijo el ángel en sueños al “justo” San José.

San José es conocido como el “Santo del silencio” porque no se conoce palabra pronunciada por él, pero sí sus obras, su fe y amor que influenciaron en Jesús y en su santo matrimonio.

Junto a María, San José tuvo que sufrir que no los quisieran recibir en Belén, que el amor de su vida diera a la luz en un establo y el tener que huir a Egipto, como si fueran delincuentes, para que Herodes no mate al niño. Pero supo afrontar todo esto confiando en la Providencia de Dios.

Con su oficio de carpintero no pudo comprar los mejores regalos para su hijo Jesús o que recibiera la mejor educación, pero el tiempo que le dedicó para atenderlo y enseñarle su profesión fueron más que suficiente para que el Señor conociera el cariño de un padre (adoptivo), que también es capaz de dejarlo todo por ir en busca del hijo extraviado.

Se conoce a San José como Patrono de la buena muerte porque tuvo la dicha de morir acompañado y consolado de Jesús y María. Fue declarado Patrono de la Iglesia Universal por el Papa Pío IX en 1847.

Una de las que más propagó la devoción a San José fue Santa Teresa de Ávila, que fue curada por intercesión del papá de Jesús en la tierra de una terrible enfermedad que la tenía casi paralizada y que era considerada incurable. La Santa le rezó con fe a San José y obtuvo la curación. Luego solía repetir:

"Otros santos parece que tienen especial poder para solucionar ciertos problemas. Pero a San José le ha concedido Dios un gran poder para ayudar en todo".

Hacia el final de su vida, la Santa carmelita resaltó: “durante 40 años, cada año en la fiesta de San José le he pedido alguna gracia o favor especial, y no me ha fallado ni una sola vez. Yo les digo a los que me escuchan que hagan el ensayo de rezar con fe a este gran santo, y verán que grandes frutos van a conseguir".

San José
Ruega por nosotros.

NUNCA AFLOJES

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"Esfuérzate en contrariar vivamente las inclinaciones de la tristeza, y aunque te parezca que en este estado todo lo haces con frialdad, pena y cansancio, no dejes, empero, de hacerlo; porque el enemigo, que pretende hacernos aflojar en nuestras buenas obras mediante la tristeza, al ver que a pesar de ella no dejamos de hacerlas, y que haciéndolas con resistencia tienen más valor, cesa entonces de afligirnos".

San Francisco de Sales

EL DOLOR

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El dolor pone una cierta manera de igualdad entre todos los que padecen, lo cual es ponerla en todos los hombres, porque padecen todos; por el gozar nos separamos, por el padecer nos unimos con vínculos fraternales. El dolor nos quita lo que nos sobra y nos da lo que nos falta, poniendo en el hombre un perfectísimo equilibrio: el soberbio no padece sin perder algo de su soberbia, ni el ambicioso sin perder algo de su ambición, ni el colérico sin perder algo de sus iras, ni el lujurioso sin perder algo de su lujuria. El dolor es soberano para apagar los incendios de las pasiones; al propio tiempo que nos quita lo que nos daña, nos da lo que nos ennoblece; el duro no padece nunca sin sentirse más inclinado a compasión, ni el altivo sin encontrarse más humilde, ni el voluptuoso sin hacerse más casto; el violento se amansa, el flaco se fortalece. Ninguno sale peor que entró de esa gran fragua de los dolores; los más salen de ella con altísimas virtudes que nunca conocieron: quién entró impío y sale religioso; quien avaro y sale limosnero; quién entra sin haber llorado nunca y sale con don de lágrimas; quién empedernido y sale misericordioso. En el dolor hay un no sé qué de fortificante, y de viril, y de profundo, que es origen de toda heroicidad y de toda grandeza; ninguno ha sentido su misterioso contacto sin crecerse; el niño adquiere con el dolor la virilidad de los mozos, los mozos la madurez y la gravedad de los hombres, los hombres la fortaleza de los héroes, los héroes la santidad de los santos.

JUAN DONOSO CORTÉS

NUNCA TE AVERGÜENCES DE TU FE

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¿Cuántas veces nos avergonzamos de nuestra fe? Cuando los sacerdotes nos avergonzamos de la sotana o del traje eclesial, cuando "para agradar a los hombres" pasamos por una Iglesia sin hacer el signo de la cruz, cuando tenemos miedo de manifestarnos públicamente como cristianos, deberíamos recordar las palabras de Nuestro Señor Jesucristo cuando dijo: "cualquiera que me niega delante de los hombres, yo lo negaré delante del Padre que está en los cielos" (Mt 10, 33)

Hay veces que tenemos miedo de mostrarnos como católicos, ya que queremos ser "correctos delante de un mundo sin fe". No olvidemos nunca que lo que es sabiduría para los hombres es necedad delante del Omnipotente. Puede ser "muy sabio" delante del mundo mostrarse como "católico tolerante", que está en contra del aborto pero respeta otras opiniones. Sin embargo, es preferible llamar las cosas con su nombre, llamar al aborto GENOCIDIO Y ASESINATO DE UN SER INDEFENSO NO NACIDO, y así quedar como un intolerante ante cierto grupo de personas, ya que de lo contrario el Padre Celestial será intolerante con cada uno de nosotros. Y será intolerante con TODA JUSTICIA, ya que mientras el mundo pide tolerancia para opiniones asesinas (como son las abortistas), pocos tienen misericordia y compasión con todos los niños que son asesinados por ese terrible crímen.

Nos avergonzamos de ser católicos porque para mucha gente del mundo eso significa "defender curas pedófilos" (lo cual es una gran mentira), "estar en contra de la ciencia" (una patraña más grande aún), y tantas otras leyendas negras que por desconocimiento de la historia terminamos creyendo sin filtro.

Yo estoy orgulloso de ser católico, pues esto significa pertenecer a la única y verdadera religión (aún reconociéndo que soy indigno de esa gracia y que no por ser católico soy más santo que otras personas. Es más, me reconozco un gran pecador). Ser católico significa servir al único Señor que merece ser servido, el Dios Uno y Trino. Ser Católico significa tener a la Virgen María por Madre, sabiéndo que de su mano (si no la soltamos) vamos camino al cielo. Ser católico significa perdonar al pecador arrepentido (cosa que el mundo no hace. El mundo condena, pero no redime), ver el rostro de Jesús en el prójimo, defender la vida humana desde la concepción, defender el matrimonio única y exclusivamente entre hombre y mujer sin mezclas raras, etc. En definitiva, ser católico significa seguir a un Dios que se hizo hombre, murió en la cruz por mis pecados y resucitó al tercer día, ser católico significa luchar contra el demonio quien es el PRíNCIPE DE ESTE MUNDO, abandonar el pecado y vivir SOLO PARA DIOS.

Por lo tanto, que Dios nos de la gracia de NUNCA AVERGONZARNOS DE NUESTRA FE. Es más, debemos estar ORGULLOSOS DE LA MISMA, puesto que es la única fe que realmente salva, AQUELLA FUNDADA EN JESUCRISTO, ÚNICO SALVADOR DEL GÉNERO HUMANO.

Este orgullo no debe ser motivo de soberbia, sino de mucha humildad, ya que es un don que hemos recibido gratuitamente, y debemos DARLO GRATUITAMENTE. Hemos recibido más que otras personas, y es por eso que en el día del juicio seremos juzgados con más severidad, pues a quien más se le dio, más se le pedirá. Agradezcamos al Señor por la gracia de pertenecer a la Santa Iglesia Católica, pero seamos conscientes de la gran responsabilidad que tenemos, pues delante del Altísimo no tenemos excusas. Si nuestra vida no es coherente con nuestra fe, nuestro castigo será aún mayor.

No estamos solos en esta lucha, pues de la mano del Omnipotente y de Nuestra Madre Celestial, TODO ES POSIBLE. Pongamos nuestra voluntad para ser cristianos con los mismos sentimientos de Cristo Jesús, pero sobre todas las cosas, PONGAMOS NUESTRA CONFIANZA EN EL DIVINO MAESTRO. El Señor comenzó su obra en nosotros, y si somos fieles, él la llevará a termino.

Bendiciones para cada uno de ustedes!

Padre Tomas A. Beroch
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